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Lectura de Hoy

30-03-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Juan 20

A Tomás se le ha criticado mucho – “el incrédulo Tomás”, le llamamos. No obstante, la razón de su duda tal vez tiene que ver con el hecho de que no estuviese presente cuando Jesús apareció en primer lugar ante los discípulos (Juan 20:19-25). ¿Crees que la fe de cualquiera de los otros discípulos hubiese sido más fuerte si ellos hubiesen estado ausentes en aquel día crucial?
Lo que a Tomás no le falta es coraje. Cuando Jesús se dispone a ir de Galilea a Judá para levantar a Lázaro de la muerte, y los discípulos, conscientes del clima político, reconocen lo peligroso que será semejante regreso, es Tomás quien tranquilamente alienta a sus compañeros: “Vayamos también nosotros, para morir con él” (11:16). A veces, es Tomás quien articula la pregunta que los otros discípulos están deseando plantear. Así que, cuando Jesús insiste en que tiene que irse, y que a estas alturas ya conocen el camino, Tomás no sólo habla por sí mismo cuando protesta, “Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino?” (14:5).
Pero aquí, en Juan 20, aunque es cierto que Tomás se halla ausente la primera vez que Jesús aparece, en la segunda aparición del Jesús resucitado, Tomás se encuentra en el centro de un diálogo que resulta de una importancia estelar. Cuando Jesús llega, a través de unas puertas cerradas, se vuelve hacia Tomás y le muestra las cicatrices de sus heridas: “Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe” (20:27). Tomás no pide ninguna evidencia adicional. Espontáneamente, pronuncia una de las grandes confesiones cristológicas de todo el Nuevo Testamento: “¡Señor mío, y Dios mío!” (20:28).
Jesús responde con unas palabras que hoy en día siguen iluminando la verdadera naturaleza del testimonio cristiano: “Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen” (20:29). Aquí, Jesús arroja su propia sombra hacia el futuro, a través de los paisajes de la historia posterior, aludiendo a los incontables millones de personas que pondrán su confianza en él sin haberle visto nunca en la carne, sin haber podido contemplar las cicatrices que lleva en sus manos, sus pies y su costado. La fe de ellos no es en absoluto inferior a la de los primeros discípulos. De hecho, conforme a la providencia peculiar de Dios, el relato de la experiencia de Tomás será precisamente una de las cosas que el Espíritu de Dios usará para llevarles a la fe. Jesús provee generosamente la evidencia visible y tangible que uno necesita, de modo que este relato escrito de la fe y la confesión de Tomás incite a la conversión a los que sólo tengan acceso al texto. Tanto Tomás como sus sucesores creen en Jesús y tienen vida en su nombre (20:30-31).
 

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Proverbios 17
En Proverbios 17 aparecen otros cuatro tipos de proverbios:
(1) Varios de ellos presentan una comparación valorativa introducida por la palabra mejor. “Más vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia” (17:1). “Más vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su necedad” (17:12). El primero provee un juicio de valor que debe observarse y mantenerse; el segundo hace una importante valoración del “necio”, con una advertencia implícita de que se abandone semejante compañía. Existen muchos proverbios de este tipo en otros capítulos; por ejemplo, “Vale más humillarse con los oprimidos que compartir el botín con los orgullosos” (16:19); “Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera” (21:9).
(2) Unos pocos proverbios toman la forma de preguntas retóricas. “¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le falta entendimiento?” (17:16). Este es maravilloso. Indica que emplear el dinero de formas que no nos hacen “sabios” es tan inútil que estaríamos mejor sin el mismo.
(3) Algunos proverbios parecen bastante simples, pero incluyen un elemento inesperado que mueve al lector a reflexionar sobre lo dicho. “El malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la lengua maliciosa” (17:4). Podríamos esperar algo como “El malvado habla con labios impíos, y el mentiroso exhibe su lengua mentirosa”. Sería cierto, pero comparativamente prosaico. Los labios impíos y la lengua mentirosa de 17:4 son indudablemente malvados, pero el escritor no se detiene a explicar el sentido. En su lugar, se centra en el carácter de aquellos que escuchan a los labios malvados, que prestan atención a la lengua maliciosa. Quizás, el peor castigo para los mentirosos no es que no se les crea, sino que no creen la verdad y prefieren la mentira, tanto las suyas como las de los demás. ¿Qué dice este proverbio acerca de la cultura que ama la jugosa sordidez, las medias verdades consoladoras o la violencia sucia e inane? ¿Quién compra pornografía y “prensa sensacionalista”? Estos no sobrevivirían si no hubiese mercado. ¿Cómo se extendería el chismorreo en la iglesia local si no hubiese oídos dispuestos a escuchar, oídos malvados, según este proverbio?
(4) Un sorprendente número de proverbios cuentan explícitamente lo que el Señor hace. Se nos dice a menudo que él ama o detesta, para ayudarnos a formar nuestros propios valores; sin embargo, en ocasiones, hay algo más, como “al corazón lo prueba el Señor” (17:3); “Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece” (17:5). Para otros ejemplos, léase 15:8, 9, 25, 26, 29; 16:4.
 

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Levítico 1
La ley de los holocaustos
1 El Señor llamó a Moisés y le habló desde la tienda de reunión: «Di a los israelitas: “Cuando alguien de ustedes traiga una ofrenda al Señor, traerán su ofrenda de animales del ganado o del rebaño. Si su ofrenda es un holocausto del ganado, ofrecerá un macho sin defecto; lo ofrecerá a la entrada de la tienda de reunión, para que sea aceptado delante del Señor. Pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y le será aceptado para expiación suya. Entonces degollará el novillo delante del Señor; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre y la rociarán por todos los lados sobre el altar que está a la entrada de la tienda de reunión.
”Después desollará el holocausto y lo cortará en pedazos. Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego en el altar, y colocarán leña sobre el fuego. Luego los sacerdotes hijos de Aarón arreglarán los pedazos, la cabeza y el sebo sobre la leña que está en el fuego sobre el altar. El que presenta el holocausto lavará las entrañas y las patas con agua, y el sacerdote lo quemará todo sobre el altar como holocausto. Es una ofrenda encendida de aroma agradable para el Señor.
10 ”Pero si su ofrenda para holocausto es del rebaño, de los corderos o de las cabras, ofrecerá un macho sin defecto. 11 Lo degollará al lado norte del altar, delante del Señor; y los sacerdotes hijos de Aarón rociarán la sangre sobre el altar, por todos los lados. 12 Después lo cortará en pedazos, con su cabeza y el sebo, y el sacerdote los colocará sobre la leña que está en el fuego sobre el altar. 13 Las entrañas y las patas las lavará con agua, y el sacerdote lo ofrecerá todo, quemándolo sobre el altar. Es un holocausto, una ofrenda encendida de aroma agradable para el Señor.
14 ”Pero si su ofrenda para el Señor es un holocausto de aves, entonces traerá su ofrenda de tórtolas o de pichones. 15 Y el sacerdote la traerá al altar, le quitará la cabeza y la quemará sobre el altar; y su sangre será exprimida sobre el costado del altar. 16 Le quitará también el buche con sus plumas y lo echará junto al altar, hacia el oriente, en el lugar de las cenizas. 17 La partirá después por las alas, sin dividirla. Entonces el sacerdote la quemará en el altar, sobre la leña que está en el fuego. Es un holocausto, una ofrenda encendida de aroma agradable para el Señor.

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Juan 20
La resurrección
20 El primer día de la semana María Magdalena fue* temprano al sepulcro, cuando todavía estaba* oscuro, y vio* que la piedra ya había sido quitada del sepulcro. Entonces corrió* y fue* adonde estaban Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo*: «Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo, y fueron hacia el sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro; e inclinándose para mirar adentro, vio* las envolturas de lino puestas allí, pero no entró.
Entonces llegó* también Simón Pedro tras él, entró al sepulcro, y vio* las envolturas de lino puestas allí, y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con las envolturas de lino, sino enrollado en un lugar aparte. También entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó. Porque todavía no habían entendido la Escritura de que Jesús debía resucitar de entre los muertos. 10 Los discípulos entonces se fueron de nuevo a sus casas.
Aparición de Jesús a María Magdalena
11 Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó y miró dentro del sepulcro; 12 y vio* dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 «Mujer, ¿por qué lloras?», le preguntaron*. «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto», les contestó* ella.
14 Al decir esto, se volvió y vio* a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús. 15 «Mujer, ¿por qué lloras?», le dijo* Jesús. «¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo*: «Señor, si usted lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo me lo llevaré». 16 «¡María!», le dijo* Jesús. Ella, volviéndose, le dijo* en hebreo: «¡Raboní!» (que quiere decir Maestro).
17 Jesús le dijo*: «Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a Mis hermanos, y diles: “Subo a Mi Padre y Padre de ustedes, a Mi Dios y Dios de ustedes”». 18 María Magdalena fue* y anunció a los discípulos: «¡He visto al Señor!», y que Él le había dicho estas cosas.
Aparición a los discípulos
19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo*: «Paz a ustedes». 20 Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. 21 Jesús les dijo otra vez: «Paz a ustedes; como el Padre me ha enviado, así también Yo los envío».
22 Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo*: «Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonen los pecados, estos les son perdonados; a quienes retengan los pecados, estos les son retenidos».
Incredulidad de Tomás
24 Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25 Entonces los otros discípulos le decían: «¡Hemos visto al Señor!». Pero él les dijo: «Si no veo en Sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en Su costado, no creeré».
26 Ocho días después, Sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino* y se puso en medio de ellos, y dijo: «Paz a ustedes». 27 Luego dijo* a Tomás: «Acerca aquí tu dedo, y mira Mis manos; extiende aquí tu mano y métela en Mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». 28 «¡Señor mío y Dios mío!», le dijo Tomás. 29 Jesús le dijo*: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron».
El propósito de este evangelio según Juan
30 Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de Sus discípulos, que no están escritas en este libro; 31 pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre.

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Proverbios 17
17 Mejor es un bocado seco y con él tranquilidad,
Que una casa llena de banquetes con discordia.
El siervo prudente prevalecerá sobre el hijo sin honra,
Y con los hermanos participará de la herencia.
El crisol es para la plata y el horno para el oro,
Pero el Señor prueba los corazones.
El malhechor escucha a los labios perversos;
El mentiroso presta atención a la lengua detractora.
El que se burla del pobre afrenta a su Hacedor;
El que se regocija de la desgracia no quedará sin castigo.
Corona de los ancianos son los nietos,
Y la gloria de los hijos son sus padres.
No convienen al necio las palabras elocuentes,
Mucho menos al príncipe los labios mentirosos.
Talismán es el soborno a los ojos de su dueño;
Dondequiera que se vuelva, prospera.
El que cubre una falta busca afecto,
Pero el que repite el asunto separa a los mejores amigos.
10 La reprensión penetra más en el que tiene entendimiento
Que cien azotes en el necio.
11 El rebelde solo busca el mal,
Y un cruel mensajero se enviará contra él.
12 Mejor es encontrarse con una osa privada de sus cachorros,
Que con un necio en su necedad.
13 Al que devuelve mal por bien,
El mal no se apartará de su casa.
14 El comienzo del pleito es como el soltar de las aguas;
Deja, pues, la riña antes de que empiece.
15 El que justifica al impío y el que condena al justo,
Ambos son igualmente abominación al Señor.
16 ¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría
Cuando no tiene entendimiento?
17 En todo tiempo ama el amigo,
Y el hermano nace para tiempo de angustia.
18 El hombre falto de entendimiento se compromete,
Y sale fiador a favor de su prójimo.
19 El que ama la transgresión, ama el pleito;
El que alza su puerta, busca la destrucción.
20 El de corazón perverso nunca encuentra el bien,
Y el de lengua pervertida cae en el mal.
21 El que engendra un necio, para su tristeza lo engendra,
Y el padre del necio no tiene alegría.
22 El corazón alegre es buena medicina,
Pero el espíritu quebrantado seca los huesos.
23 El impío recibe soborno bajo el manto
Para pervertir las sendas del derecho.
24 En presencia del que tiene entendimiento está la sabiduría,
Pero los ojos del necio están en los extremos de la tierra.
25 El hijo necio es pesadumbre de su padre
Y amargura para la que lo dio a luz.
26 Ciertamente no es bueno multar al justo,
Ni golpear a los nobles por su rectitud.
27 El que retiene sus palabras tiene conocimiento,
Y el de espíritu sereno es hombre entendido.
28 Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio,
Cuando cierra los labios, por prudente.
   
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Filipenses 4
Regocijo y paz en el Señor
4 Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, estén así firmes en el Señor, amados.
Ruego a Evodia y a Síntique, que vivan en armonía en el Señor. En verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres que han compartido mis luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense! La bondad de ustedes sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús.
El secreto de la paz
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten. Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes.
Actitud ejemplar de Pablo hacia las cosas materiales
10 Me alegré grandemente en el Señor de que ya al fin han reavivado su cuidado para conmigo. En verdad, antes se preocupaban, pero les faltaba la oportunidad. 11 No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación.
12 Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. 14 Sin embargo, han hecho bien en compartir conmigo en mi aflicción.
15 Ustedes mismos también saben, filipenses, que al comienzo de la predicación del evangelio, después que partí de Macedonia, ninguna iglesia compartió conmigo en cuestión de dar y recibir, sino solamente ustedes. 16 Porque aun a Tesalónica enviaron dádivas más de una vez para mis necesidades.
17 No es que busque la dádiva en sí, sino que busco fruto que aumente en su cuenta. 18 Pero lo he recibido todo y tengo abundancia. Estoy bien abastecido, habiendo recibido de Epafrodito lo que han enviado: fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios. 19 Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. 20 A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Saludos y bendición
21 Saluden a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo los saludan. 22 Todos los santos los saludan, especialmente los de la casa de César.
23 La gracia del Señor Jesucristo sea con el espíritu de ustedes.
   
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